¿Estáis pensando en incorporar un cachorro a la familia? Lo primero es meditarlo seriamente entre todos teniendo en cuenta la gran responsabilidad que ello implica. Si finalmente os decidís, será necesario abordar en su conjunto una serie de aspectos para que se integre de la mejor manera. Una vez que la familia se ha decidido a compartir su vida con un perro lo primero sería pensar cuál va a ser el sitio del cachorro: ¿dónde dormirá?, ¿dónde hará sus deposiciones hasta que se acostumbre a hacerlo en la calle?, ¿por dónde se le permitirá moverse en la casa?
En respuesta a la primera pregunta: el momento se presta para acostumbrarlo a usar un transportín, que le servirá de madriguera donde resguardarse si tiene miedo o para dormir… y muy útil también para llevarlo de viaje, al veterinario o a la peluquería. Lo ideal sería dedicarle un sitio de la casa más o menos grande, lejos de los dormitorios, delimitado a modo de corralito, para que ese sea su espacio. En su interior deberá estar el transportín con una manta o una toalla en el fondo para que pueda estar cómodo o morderla si se aburre, su cuenco de agua (siempre limpia) y juguetes de distintas formas y colores que sean aptos para cachorros. Para que pueda hacer sus deposiciones es necesario que cuente con una zona con un empapador para recogerlas (se debe cambiar cada vez que lo ensucie), lo más alejada posible del transportín. La importancia de la comida El cachorro debería ser separado de la perra con ocho semanas como mínimo, para estar seguros de que ya no toma leche, ha recibido las lecciones maternas de inhibición de la mordida (la perra se lo enseña cuando empieza a indicarle cuándo puede o no comer) e incluso las normas de higiene. Para dar valor a la comida y los premios en forma de golosinas para perros (que servirán más adelante para su entrenamiento), nunca se debería dejar que el cachorro coma cuando quiera. El cuenco de comida debe ponerse a su disposición en ciertos momentos del día; si no quiere comer, después de un rato prudencial se debe retirar hasta la siguiente toma (según las indicaciones del fabricante del pienso o el veterinario). Este es el mejor modo de saber si come o no; de no hacerlo en varias ocasiones habría que consultar al veterinario. Pero, además, permite planificar las comidas, regular sus digestiones, controlar si ingiere o no alimentos, se empacha o se indigesta, aspectos clave sobre todo al principio.
Enséñale a no morder Si el cachorro no tiene inhibición de la mordida puede hacer daño al jugar. Una forma de solucionar este problema es esperar a que te muerda para en ese preciso momento dar un grito agudo y lo suficientemente fuerte para que sepa que te ha hecho daño. El juego debe cesar de inmediato tras el grito, incluso marchándote. Si estaba fuera de su corralito le debes llevar allí y dejarlo solo unos minutos; así aprenderá que cuando muerde y hace daño se acaba la diversión. Regresa para jugar otra vez con él un rato y dale una pequeña chuche justo antes de irte para que asocie que jugar sin hacer daño además de divertido tiene premio. También es importante dejarlo solo para que aprenda a estar sin la familia y evitar en un futuro problemas por separación e hiperapego. Evitar el abandono con una decisión responsable Adoptar o comprar un perro debe ser siempre el resultado de una decisión tomada con responsabilidad, nunca por impulso o la ligera. Introducir un perro en casa implica un compromiso, como si de un contrato se tratara, respecto a esa vida que a partir de ese momento será obligado cuidar y proteger. Un aspecto importante a considerar es la serie de gastos que conlleva tener una mascota, sobre todo un perro: alimentación, veterinario, higiene, juguetes, correas, transportín, entrenamiento... Es clave pensar de antemano si se pueden o quieren afrontar. Asimismo se debe valorar si se le podrá dedicar tiempo (paseos, salidas), qué se hará con él durante las vacaciones y ausencias… En España, 384 animales son abandonados por sus dueños cada día, es decir, más de 140.000 al año, según un reciente estudio de la Fundación Affinity, el récord europeo. El dato merece una seria reflexión acerca de si seremos capaces de compartir nuestra vida con una mascota. Enséñale a no morder Si el cachorro no tiene inhibición de la mordida puede hacer daño al jugar. Una forma de solucionar este problema es esperar a que te muerda para en ese preciso momento dar un grito agudo y lo suficientemente fuerte para que sepa que te ha hecho daño. El juego debe cesar de inmediato tras el grito, incluso marchándote. Si estaba fuera de su corralito le debes llevar allí y dejarlo solo unos minutos; así aprenderá que cuando muerde y hace daño se acaba la diversión. Regresa para jugar otra vez con él un rato y dale una pequeña chuche justo antes de irte para que asocie que jugar sin hacer daño además de divertido tiene premio. También es importante dejarlo solo para que aprenda a estar sin la familia y evitar en un futuro problemas por separación e hiperapego. Evitar el abandono con una decisión responsable Adoptar o comprar un perro debe ser siempre el resultado de una decisión tomada con responsabilidad, nunca por impulso o la ligera. Introducir un perro en casa implica un compromiso, como si de un contrato se tratara, respecto a esa vida que a partir de ese momento será obligado cuidar y proteger. Un aspecto importante a considerar es la serie de gastos que conlleva tener una mascota, sobre todo un perro: alimentación, veterinario, higiene, juguetes, correas, transportín, entrenamiento... Es clave pensar de antemano si se pueden o quieren afrontar. Asimismo se debe valorar si se le podrá dedicar tiempo (paseos, salidas), qué se hará con él durante las vacaciones y ausencias… En España, 384 animales son abandonados por sus dueños cada día, es decir, más de 140.000 al año, según un reciente estudio de la Fundación Affinity, el récord europeo. El dato merece una seria reflexión acerca de si seremos capaces de compartir nuestra vida con una mascota.
Fuente: verde es vida