Kentias, arecas y chamaedoreas son las palmeras más cultivadas en interiores por la belleza y elegancia de sus palmas. No exigen grandes cuidados, especialmente la areca y la chamaedorea; sin embargo, a veces aparecen manchas en los foliolos, colonias de cochinilla algodonosa o, lo que es peor, puntas secas y encrespadas. Estos síntomas revelan errores de cultivo o falta de cuidados adecuados.
Una palmera sujeta a las siguientes condiciones de cultivo será menos propensa a enfermar y se verá bella muchos años:
• Un ambiente húmedo y bien ventilado. Kentias (Howea forsteriana), arecas (Dypsis lutescens o Chrysalidocarpus lutescens) y Chamaedorea elegans son de origen tropical —la primera, de una isla del este de Australia; la segunda, de Madagascar; la tercera, de Centroamérica—, por lo tanto necesitan una atmósfera más húmeda de lo que es habitual en el interior de las casas en España, especialmente en los meses en que funciona la calefacción. La falta de humedad produce desecación de los extremos de los foliolos. Es preciso humidificar diariamente el follaje con pulverizaciones de agua. El riego no compensa la falta de humedad ambiental.
• Fuera del sol directo. Deben vivir en un sitio luminoso, pero a resguardo de los rayos del sol, que producen quemaduras en las palmas. El exceso de luz amarillea el follaje. Pueden cultivarse en lugares poco luminosos, pero la falta de luz las hace más propensas a las plagas.
• Una temperatura templada. No llevan bien las temperaturas que bajen de 10 grados (-1º, USDA 10-11). Pero del mismo modo deben mantenerse alejadas de los radiadores. En primavera se pueden sacar al aire libre, pero a resguardo del sol y el viento.
• Riego sí, pero sin encharcar. Necesitan bastante agua (si es templada y no calcárea, mucho mejor); deben regarse una o dos veces por semana durante los meses de actividad vegetativa y cada 15-30 días cuando están en reposo. Lo mejor es esperar a que se seque un poco (no del todo) el sustrato antes de volver a regar. El exceso de agua y su acumulación en el fondo del tiesto propician la aparición de enfermedades fúngicas, que muchas veces se manifiestan como manchas en las hojas; esto es aun más crítico en invierno. Ahora bien, la falta de agua, especialmente en verano, resulta letal: el cepellón no debe secarse.
• Abono para palmeras. Agradecerán un aporte de fertilizante específico para palmeras cada dos semanas de marzo a octubre.
LOS ENEMIGOS DE LA BELLEZA
• Puntas secas
La presencia de puntas secas en los extremos de los foliolos puede ser causa de la sequedad ambiental, pero también del roce de una pared o de las personas al pasar.
• Cochinilla algodonosa
Aparece sobre todo en el envés y las axilas de los foliolos provocando decoloraciones y un desagradable efecto. Se controla pulverizando con agua con unas gotas de jabón o un insecticida.
• Araña roja
Medra gracias a la sequedad ambiental y el calor. Suele asentarse en el envés de las hojas, donde teje fi nísimas telas. Se previene humidificando las palmas por las dos caras. Si la plaga está extendida, fumigar con un acaricida.
• Thrips
Los descubrirás en el envés y las axilas de los foliolos. Estos pequeños insectos con aspecto de piojo pican las hojas para alimentarse de los fluidos celulares a la vez que introducen una enzima que deja unas características cicatrices plateadas. Proliferan gracias a la sequedad ambiental y se reproducen rápidamente. Se controlan humidificando las palmas por las dos caras. Si la infestación es grande aplica un insecticida específico (pregunta en tu centro de jardinería).
• Manchas por hongos
El exceso de riego puede provocar la aparición de patógenos que se manifiestan en antiestéticas manchas en las hojas, generalmente circulares u ovales, muy oscuras y con un halo amarillento (en la foto de la derecha, en la palma de una Chamaedorea elegans). Estos hongos pueden ser del género Cylindrocladium (o Calonectria), Exserohilum rostratum (o Setosphaeria rostratum), Helminthosporium (o Bipolaris setariae); en arecas y chamaedoreas, también Gliocladium vermoeseni.
• Manchas por falta de potasio
La carencia de potasio (K) se revela en forma de pequeñísimas manchas generalmente en las hojas más viejas. En la kentia suelen ser puntos necrosados, amarillos o no; en las arecas, los primeros síntomas son manchitas traslúcidas anaranjadas o amarillas, a veces acompañadas de puntos necróticos; en una fase más avanzada, las puntas de los foliolos se ven descoloridas y encrespadas, lo cual puede confundirse con falta de agua; no afecta la base ni los tallos. Esta carencia de potasio puede estar inducida por un desequilibrio por exceso de nitrógeno (N), pero también por su rápida eliminación con el agua de riego. La renovación periódica del sustrato y un abonado apropiado corregirán esta deficiencia.
Fuente: verdeesvida.es